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martes, 28 de mayo de 2019

No olvidemos la situación del pueblo saharaui, su exilio en el desierto

Por Redacción R.D.
No olvidemos la situación del pueblo saharaui, su exilio en los campamentos de refugiados en Argelia, la división del Sáhara Occidental por 2750 Km de muro y por millones de bombas y minas antipersonas que siguen causando víctimas. Los gobiernos responsables y culpables de España deben recuperar la cordura y dejar de un lado los […]
No olvidemos la situación del pueblo saharaui, su exilio en los campamentos de refugiados en Argelia, la división del Sáhara Occidental por 2750 Km de muro y por millones de bombas y minas antipersonas que siguen causando víctimas.
Los gobiernos responsables y culpables de España deben recuperar la cordura y dejar de un lado los “malditos” intereses económicos.
Dejad de ser unos “miserables” “mercenarios” de los recursos naturales de todo un país y la libertad de todo un pueblo, el pueblo saharaui. Ha denunciado Francesc (simpatizante con la lucha saharaui) en su cuenta de facebook.
Los refugiados saharauis comenzaron a llegar a los campamentos saharauis, al oeste de Argelia, desde mediados de los años 70. Allí se construyeron una buena parte de los campamentos.
Han organizado un estado en el exilio. Casi toda la población vive en jaimas o en construcciones de adobe,sin servicios de agua potable y con total falta de medios de subsistencia en medio de un lugar remoto en donde las temperaturas en estos días alcanzan fácilmente los 40 grados y a veces hasta superan los 50.
Actualmente existen cinco campos de refugiados (wilayas) distribuidos por toda la región: Auserd, Dajla, El Aaiún, Bojador y Smara. La capital administrativa es Rabuni donde se encuentran los servicios de administración, presidencia y ministerios. Entre cada wilaya existen entre unos 20 ó 50 kilómetros de distancia, excepto Dajla que está a unos 190 kilómetros. Cada wilaya se divide en pequeños grupos de población llamados ‘dairas’ y a su vez cada ‘daira’ está compuesta por 4 barrios. En cada ‘daira’ una guardería y una escuela primaria.

Aunque la cifra varía año tras año, aproximadamente se calcula que en la actualidad estos campos acogen a más de 200.000 refugiados. La crisis humanitaria desatada tras la ocupación de esta zona es una de las más duraderas de la historia.

La población más afectada por la situación es la de la 3 edad, niños y mujeres con anemia y desnutrición. Cada mes las familias reciben una cantidad de alimentos básicos y de primera necesidad, pero no es del todo suficiente, por lo que La ayuda humanitaria internacional es vital e importante.
La sanidad también es un punto débil, por ello muchos saharauis se están formando para ser auxiliares de enfermería y se han construido varios hospitales y clínicas para proporcionar los servicios básicos y paliar la situación. Gracias a estas acciones, cada vez son menos los casos de malnutrición y enfermedades gracias a las políticas de alimentación y salud adoptadas.
Marruecos, quien ocupa el territorio que no les pertenece, es el responsable de que en los últimos 27 años no haya ningún progreso para garantizar el retorno de estas familias a su propia tierra. Es más, dificultan la atención diaria y la asistencia básica, en especial de niños, mujeres embarazadas y ancianos.
Aunque los refugiados buscan cada día nuevas formas de subsistencia, la perspectiva que impera en los campos es una sola: la espera. La paciencia empieza a agotarse en los campamentos, especialmente entre los más jóvenes. La falta de horizonte es asfixiante: la gran mayoría tienen estudios secundarios, algunos incluso son licenciados y/o doctorados en Argelia, España o Cuba. Pero en Tindouf muy pocos pueden poner en práctica sus conocimientos. El margen de maniobra es tan limitado, que dependen casi en exclusiva de lo que les proporcionan los equipos de atención y las ayudas humanitarias.

Los empleos a los que tienen acceso son precarios y los salarios no alcanzan para cubrir sus necesidades. En los alrededores no proliferan las opciones laborales,por lo que algunos han tenido que adentrarse en Argelia o, en otros casos, migrar a países como España y Cuba entre otros desde donde envían remesas que suponen una valiosa fuente de ingresos para algunas familias. A pesar de ello, solo unos pocos lo consiguen.

La economía de los campos de refugiados depende en gran medida de la cooperación internacional, que en la actualidad ha disminuido por la aparición de otras crisis humanitarias.

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