Salvador Puig Antich (Barcelona, 1948-1974) fue un anarquista catalán, activo durante los años sesenta y comienzos de los setenta, que murió ejecutado por el régimen franquista tras ser juzgado por un tribunal militar y condenado como culpable de la muerte de un guardia civil en Barcelona.
Hijo de una familia trabajadora de clase media, Salvador era el tercero de seis hermanos. Su padre, Joaquim Puig, había sido militante de Acció Catalana durante la república. Exiliado en Francia en el campo de refugiados de Argelès, fue condenado a muerte cuando volvió a España e indultado en el último momento.
El joven Salvador empezó a estudiar en el colegio religioso La Salle Bonanova hasta que fue expulsado por indisciplina. A partir de los dieciséis años compaginó el trabajo en una oficina con los estudios nocturnos en el instituto Maragall, dónde hizo amistad con Xavier Garriga y los hermanos Solé Sugranyes (Oriol e Ignasi), todos ellos futuros compañeros del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL).
Los episodios del mayo francés de 1968 fueron decisivos para que Puig Antich decida implicarse en la lucha contra la dictadura franquista. Su primera militancia será en Comisiones Obreras, formando parte de la Comisión de Estudiantes del instituto Maragall. Ideológicamente pronto evolucionó hacia posiciones anarquistas, que rechazaban cualquier tipo de dirigismo y jerarquía dentro de las organizaciones políticas y sindicales en la lucha de la clase obrera hacia su emancipación. Tras iniciar estudios universitarios de Ciencias Económicas, hace el servicio militar en Ibiza, donde es destinado a la enfermería del cuartel. Una vez licenciado, se incorpora al MIL, integrándose en la rama armada. Participa, haciendo de chófer, en las acciones del grupo, que consistían generalmente a realizar atracos a bancos. El botín se destinaba a potenciar las publicaciones clandestinas del grupo y a ayudar a los huelguistas y a los obreros detenidos.
Puig Antich y sus compañeros se movían con facilidad en el mundo de la lucha clandestina y viajaban a menudo al sur de Francia, dónde se relacionaron con viejos militantes cenetistas.
En agosto de 1973, se reunieron en Francia para celebrar el congreso de autodisolución del MIL. El mes siguiente, tras el atraco a una oficina de La Caixa, empezaría una fuerte ofensiva policial contra los militantes del MIL.
Primero cayeron Oriol Solé Sugranyes y Josep Lluís Pons Llobet, y, a continuación Santi Soler, que es detenido, interrogado y torturado y acaba confesando los lugares de encuentro clandestino de sus compañeros. El mismo Santi Soler será utilizado de trampa por la policía de paisano para detener a Xavier Garriga y Salvador Puig Antich. La operación, minuciosamente preparada, se efectuó el 25 de septiembre de 1973 en Barcelona. Los dos anarquistas son detenidos y, acto seguido en el portal del número 70 de la calle Girona, tiene lugar un tiroteo a consecuencia del cual Puig Antich queda malherido y el joven guardia civil Francisco Anguas Barragán resulta muerto.
Puig Antich fue encarcelado, acusado de ser el autor de los disparos que causaron la muerte a Anguas Barragán, y posteriormente juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte por un régimen con sed de venganza tras el atentado contra Carrero Blanco. En toda Europa se organizaron manifestaciones pidiendo la conmutación de la pena capital, pero Franco se mantuvo firme y no concedío el indulto. Salvador Puig Antich, de 25 años, fue ejecutado mediante garrote vil en una celda de la Cárcel Modelo de Barcelona el 2 de marzo de 1974 a las 9:40 horas de la mañana.
Por más que callen
por más vueltas que de el mundo
por más que nieguen los acontecimientos
por más represión que el Estado instaure;
por más que se laven la cara con la democracia burguesa;
por más huelgas de hambre que callen;
por más que tengan saturadas las cárceles;
por más pactos que desarrollen con los controladores de clase;
por más guerras y represión que impongan;
por más que intenten negar la historia y la memoria de nuestra clase;
Más alto diremos:
asesinos de pueblos
miseria de hambre y libertad
negociadores de vidas ajenas
más alto que nunca, en grito o en silencio,
recordaremos vuestros asesinatos
de gentes, vidas, pueblos y naturaleza.
De labio en labio, paso a paso, poco a poco.
Salvador Puig Antich
No hay palabras, es muy emocionante para todxs... Es intenso e inolvidable, crea nostalgia y rabia; y nos hace a revivirlo, incluso, a los que no lo vivimos
ResponderEliminarGracias por nunca olvidar
Me encanta el nuevo aspecto de tu blog, compañero Suso
Salud!!