Una de las fugas más conocidas de republicanos canarios a África durante la Guerra Civil tuvo lugar el 13 de marzo de 1937, cuando 23 presos confinados en Villa Cisneros secuestraron el barco Viera y Clavijo y escaparon a Dakar (Senegal).
de: JOSÉ NARANJO
Esta historia comienza en agosto de 1936, apenas un mes después del golpe de estado franquista, cuando 37 presos republicanos que se encontraban en las famosas prisiones flotantes de Tenerife fueron embarcados en el vapor Viera y Clavijo, que comunicaba a las Islas Canarias entre sí y a éstas con África, y trasladados a las posesiones españolas en África. En concreto, 29 de ellos fueron llevados a Villa Cisneros (la actual Dajla) y 8 a La Güera, posesiones españolas en el Sahara Occidental.
Entre estos deportados se encontraba el poeta gomero Pedro García Cabrera, que era concejal en Santa Cruz de Tenerife, el escritor José Rial Vázquez, el médico Feliciano Jerez y otros destacados anarquistas, socialistas y comunistas. Precisamente el citado Rial escribió un libro sobre los acontecimientos 'Villa Cisneros. Deportación y fuga de un grupo de antifascistas', y lo hizo con el seudónimo de José Sahareño para evitar represalias sobre su familia.
Una vez en Villa Cisneros, los presos fueron 'alojados' en unas tiendas de lona en el exterior del fuerte español, muy cerca del mar. Sin embargo, pronto comenzaron a confraternizar con buena parte de la tropa allí destinada, lo cual sería providencial para los planes de fuga que pronto comenzaron a estudiar. En efecto, querían salir de allí, pero hacerlo por tierra hubiera supuesto ocho días de penosa marcha por el desierto hasta llegar a la zona francesa y las posibilidades de ser capturados antes eran muy grandes. La única salida era el mar.
El plan se urdió rápidamente y consistía en capturar el barco que traía el correo y provisiones desde Canarias, el mismo Viera y Clavijo que les trajo a ellos, y huir a un puerto francés cercano. La fecha elegida fue el sábado 13 de marzo de 1937. Los primeros en actuar, según relata Rial, fueron un sargento y varios soldados, que se hacen con todos los fusiles de la guardia. Durante el asalto, el alférez al mando opone resistencia y muere en el tiroteo, al igual que un soldado tinerfeño que ayudaba a los presos. Fueron las dos únicas bajas.
Cuando ya habían tomado el fuerte y reducido a los pocos adeptos al Gobierno de Burgos (12 de un total de 93), los soldados y los presos destrozan la radio del campamento para evitar que se pueda informar de los hechos. Sobre las doce de la noche llega el barco y varios de los amotinados, vestidos de soldados, obligan al práctico a llevarles hasta el costado del Viera y Clavijo y hacer la señal acostumbrada. Una vez allí, desde el vapor lanzan la escala, y los deportados suben a bordo. A punta de pistola, se hacen con el control. Treinta y cuatro de los tripulantes se suman a la fuga, lo que eleva la cifra total de escapados a 152.
Esa misma noche, el barco pone rumbo a Dakar, a donde llega tres días después, el 17 de marzo de 1937. Nada más acercarse a la costa senegalesa (francesa, en aquel entonces), los amotinados izan una bandera republicana, a lo cual, desde el fuerte galo, responden izando otra idéntica. Los presos se sienten por fin a salvo. Sin embargo, según asegura el historiador Sergio Millares, “la verdad es un poco más cruda, puesto que acuden al barco las autoridades francesas que les recriminan el haber entrado en el puerto sin autorización, por lo que están dos días sin saltar a tierra hasta que logran el permiso y se instalan en la ciudad africana”.
Cuando la noticia llega a España, las autoridades franquistas redoblan su feroz represión en Canarias. De hecho, el propio Millares vincula esta fuga a los asesinatos de un centenar de personas en el norte de Gran Canaria entre el 18 de marzo y el 4 de abril de 1937. De hecho, muchos familiares de los tripulantes del Viera y Clavijo son detenidos esos días.
En los días posteriores, los fugados republicanos de Villa Cisneros van siendo embarcados hacia Marsella, en Francia, desde donde la mayoría cruzan la frontera para unirse al Ejército republicano español e, incluso, algunos llegan a combatir en el bando francés durante la II Guerra Mundial.
EL DOCTOR ESCUDERO
En el Archivo del África Occidental Francesa, con sede en Dakar, hay algunas referencias a esta fuga que han pasado bastante desapercibidas hasta ahora. En concreto, en un informe fechado el 6 de agosto de 1937 y firmado por el administrador en jefe de las colonias, Henri Carbou, se menciona a un tal doctor Escudero, que viajaba a bordo del Viera y Clavijo cuando fue secuestrado por los amotinados de Villa Cisneros.
Según Carbou, el doctor Escudero, extremeño para más señas, iba en dicho barco con su mujer y sus cuatro hijos en dirección a La Güera, donde iba a establecerse como médico. Cuando el Viera y Clavijo fue secuestrado, no se les permitió descender del correíllo y tuvieron que ir también hasta Dakar, a donde llegaron cargados con todos sus muebles y equipaje. Poco después, Escudero y su familia pudieron regresar a Las Palmas, pero sus pertenencias quedaron en Dakar.
Una vez se incorporó a La Güera como médico, Escudero reclamó a las autoridades francesas que les enviaran sus cosas, de lo cual el propio Carbou se ocupó personalmente. En efecto, el 18 de agosto, las maletas y muebles del doctor fueron embarcadas en el vapor Medie II y fueron enviadas a Port-Etienne (la actual Nouadhibou), muy próximo al puesto español de La Güera, donde Escudero ya pudo recuperarlas.
Sin embargo, Carbou desliza un comentario en su informe que es muy revelador de los esfuerzos franceses por mantener las buenas relaciones con la España franquista. “Me he tenido que ocupar particularmente de este affaire (...) para consolidar las excelentes relaciones que existen entre los dos puestos (Port-Etienne, francés, y La Güera, español).
Esta historia comienza en agosto de 1936, apenas un mes después del golpe de estado franquista, cuando 37 presos republicanos que se encontraban en las famosas prisiones flotantes de Tenerife fueron embarcados en el vapor Viera y Clavijo, que comunicaba a las Islas Canarias entre sí y a éstas con África, y trasladados a las posesiones españolas en África. En concreto, 29 de ellos fueron llevados a Villa Cisneros (la actual Dajla) y 8 a La Güera, posesiones españolas en el Sahara Occidental.
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