La huelga general ha de ser un día de lucha, denuncia y reivindicación de todos los movimientos sociales, incluido el movimiento feminista.
Sandra Ezquerra Diagonal 17-9-2010 a las 22:16
Si bien los últimos dos años han sido testigos de múltiples movilizaciones de la izquierda combativa denunciando tanto las causas sistémicas como las respuestas políticas a la peor crisis económica y social vivida en décadas, lo cierto es que hemos estado bastante solos y solas. Hace tiempo que la izquierda institucional renunció a ser oposición contundente y creíble, y los grandes sindicatos han ido dando golpes de ciego, no exentos de ciertas dosis de desidia, en un Diálogo Social en el que cada vez está más claro que mientras (sólo) unos son escuchados los otros (sólo) acatan. Por suerte, parece que empiezan a mostrar ciertos síntomas de desperezo y por fin han pronunciado la palabra mágica que muchas y muchos llevamos tiempo esperando: Huelga General. Mal y tarde, pero bienvenida sea.
La naturaleza insostenible de la economía española, principal responsable del estallido y de la gran envergadura de la crisis, ha provocado la alteración coyuntural de un patrón histórico: el recorte de las diferencias entre las tasas de paro masculino y femenino y, en algunos momentos, tasas de desocupación masculinas más altas. Esta alteración, ocasionada por la explosión de la burbuja inmobiliaria y los masivos EREs en la industria, ha resultado en una generalización del mensaje mediático de que los hombres han sido los más golpeados por la crisis. Este discurso, no obstante, ha invisibilizado la persistente vulnerabilidad de las mujeres en el mercado laboral, la cuál es provocada por la continuación de nuestra identificación con el cuidado y el hogar, motor, a su vez, tanto de nuestras peores condiciones laborales- mayores tasas de parcialidad y temporalidad, mayor concentración en la economía informal, un salario medio 25% inferior al de los hombres, etc.- como de su agravamiento en tiempos de crisis.
La perspectiva de género también ha brillado por su ausencia en las respuestas del gobierno, que en un inicio estuvieron destinadas a la promoción de ocupación masculina y, a continuación, en un giro coherentemente esquizofrénico, vinieron marcadas por los recortes en gasto público. Éstos últimos tendrán un gran impacto sobre las mujeres, ya que nuestra importante presencia en el sector público hará que seamos las principales víctimas de la reducción de salarios y la eliminación de empleo. Además, nuestra vulnerabilidad económica y social nos hará sufrir de forma especialmente grave los recortes sociales y, la pérdida de apoyo público a las familias será compensada, de nuevo, por la intensificación de nuestro trabajo de cuidados invisible y gratuito.
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