A propósito de la prohibición de la procesión atea por Lavapiés y los desvarios de los ultras católicos.
GLAD | Hoy a las 17:27
No queremos ricos, no queremos sacerdotes ni gobernantes; no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores; no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones, ni malvados que en nombre de cualquier religión hagan del pobre un cordero que se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin protesta. Por que cualquiera que este una pulgada arriba de nosotros es enemigo”. Ricardo Flores Magón
La llamada Semana Santa (SS) se nos viene encima otra vez y por las calles de Madrid volverán a circular las procesiones paganas reconvertidas al cristianismo (un proceso similar al que realizan las grandes cadenas de café y comida rápida con los locales de toda la vida). Otra vez volveremos a tener que soportar a cientos de fanáticos siguiendo a alguna imagen de yeso, mármol o madera, ocupando las calles al son de música fúnebre. Desde luego ejercen su derecho a ocupar las calles y expresar su fe libremente (aunque ésta consista en alabar a un ser que vuelve a la vida tras la muerte, lo que normalmente se conoce como un zombie, lo cual en el cristianismo se denomina resurrección).
Bien, esto es ciertamente molesto para algunos, para otros pintoresco y a otros nos da igual. Al menos es un día libre que sirve para no tener que trabajar. Eso sí, llama la atención el que ninguna otra confesión religiosa más, que la católica apostólica y romana, de las que ocupa las mentes de las personas que habitan el denominado estado español posean tal privilegio. Ni musulmanes, ni
budistas, ni satánicos, ni ningún otro culto realiza algo similar.
Al respecto mucho se ha hablado respecto de la falacia que en la práctica resulta la laicidad del estado español, que si bien en el Artículo 16 garantiza la “libertad ideológica, religiosa y de culto (…) Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, pasa luego a señalar que “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.” Con esto en la práctica lo que se reafirma es la primacía católica entre la diversidad religiosa, lo que además se reafirma con el
concordato de 1979 establecido entre España y el Vaticano, que le otorga importante ventajas al clero respecto de otras confesiones.
De tal forma, la Iglesia, protegida desde la base del estado español (por su constitución) y reforzada además por cuarenta años de nacional-catolicismo y gozando de un fuerte respaldo económico, se nos presenta como una organización que aún pretende tener un poder omnímodo y cuya desfachatez es total y totalitaria.
Así tenemos al Papa reclamando por el avance de un laicismo similar al del 36 (¡ya quisieramos!), lo cual además ratifica dándonos el disgusto de tener que soportar su molesta y
costosa presencia en las calles y espacios públicos de Madrid, tras ya haber pasado previamente por otras dos ciudades del estado español, en menos de un año.
Y si no fuera todo esto suficiente, cuando un conjunto de colectivos decide que organizará una procesión atea y alternativa, acorde a sus creencias, los hooligans católicos y toda la camarilla empresarial mediática que les secunda se atreven a exigir que no se les permita a estos ocupar dichos espacios públicos.
Desde luego, no faltan los socialistos que apoyan esta moción de los cristianos, no vaya a ser que les reste puntos en unas elecciones cercanas. No importa que la deseada procesión atea diseñara expresamente un recorrido ad hoc para no toparse con ninguna procesión católica. Eso no les importa. En el fondo tampoco les interesa el contenido de la preocesión atea. lo único que les importa es el mantener sus privilegios, el saberse dueños de utilizar el espacio público cuando y donde quieran, así como de tener el poder de decidir quien no puede utilizar el mismo.
La Iglesia Católica y los fieles seguidores del clero extienden sus redes por todo el aparato estatal, procurando sostenerse y enquistarse en el poder político para sostener el poder que van perdiendo en las calles. En el fondo toda esta discusión sobre Procesión Atea si o no es una cuestión de poder, del terror de una Iglesia que ve como el chiringuito se va vaciando y cada vez cuesta más seguir con el negocio. De lo contrario no se entendería tanta visita papal, tanta bronca contra una procesión que por lo demás es similar a otras que ya se realizan, tan ira de los media ultras católicos contra todo lo que huela a no cristiano.
Nosotros no tememos a la(s) Iglesia(s). Consideramos que cada persona tiene el derecho a manifestar su fe en lo que quiera y donde le apetezca, sin embargo, no es concebible que se ocupen los recursos de todas/os en custiones que sólo son atingentes a unas pocas/os. Así también exigimos nuestro derecho a expresar nuestra opinión, a ocupar el espacio público a compartir nuestro pensamiento tal como se le permite a los católicos. Y como anarquistas tenemos el derecho y el deber a denunciar y luchar contra todo poder (autoridad), contra todo(s) aquello(s) que procura(n) que el ser humano esté atado e impedido de ser libre y de poder desarrollar todas sus potencialidades y deseos para así conservar sus priviligios. Nuestra lucha no es contra los creyentes, nuestro problema es el clero.
¡Ni Dios ni Estado!
por: Gladys A.
http://grupolibertarioacciondirecta.wordpress.com/2011/04/20/con-la-igl esia-hemos-topado-otra-vez/
Algunas páginas interesantes:
- Grupo anarquista VOILA
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