El héroe de Perejil que durante ocho años no tuvo valor para viajar a Melilla en calidad de presidente del Gobierno desembarcó ayer en la ciudad autónoma disfrazado de conquistador. Adivinar la agenda de José María Aznar es sencillo: allá donde haya un incendio, aparece él para echar gasolina al fuego; allá donde la diplomacia española tenga un problema, se presenta él para agravarlo; allá donde pueda hacer daño al Gobierno de España, está él metiendo cizaña. ¿Quién era aquel político que criticaba a quienes se pasan la vida ladrando su rencor por las esquinas?
El héroe de Perejil se retrató perfectamente en su intervención ante la prensa, dejó al desnudo su actual estructura mental. “No he venido a Melilla a criticar a nadie”, dijo unos segundos antes de cargar contra el Gobierno de Zapatero, al que acusó de permitir que los ciudadanos de la ciudad autónoma vivan “entre el acoso y la dejadez”.
El héroe de Perejil no tuvo ni siquiera el detalle de informar al Ejecutivo de su periplo por Melilla, algo que demuestra hasta dónde llega su deslealtad. En este sentido, es censurable que tampoco el PP considerase necesario informar al Gobierno, a pesar de que Rajoy estaba supuestamente al tanto del viaje.
“Si un hombre comienza por permitirse un asesinato, muy pronto quita importancia al robo, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del señor, y acaba por faltar a la buena educación”, escribió Thomas de Quincey. Pues eso. Se empieza mintiendo sobre la autoría de la masacre del 11-M y se termina desembarcando en Melilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario